Hablo de todo y de nada

viernes, 24 de octubre de 2014

"Pienso, luego me desaparecen."

Comparto un pequeño pedazo de lo que pienso acerca de la situación más escalofriante e impactante que me ha tocado vivir en casi 22 años. 

Las historias de generaciones anteriores sobre un lugar atrapado en la opresión y corrupción de sus líderes parecían ser fábulas de un libro sacado del baúl de los recuerdos de solo los que estuvieron ahí. Pero hoy, la realidad es que vivimos en ese cuento, los personajes principales somos nosotros mismos y al final no logro encontrar el "colorín colorado". Todo lo contrario. 

Ayotzinapa es actualmente la capital de todo el mundo y que bueno. Que a lo largo y a lo ancho del planeta se conozca la verdadera historia y que no quede en un triste recuerdo. 

Para los que murieron, para los que no regresaron, para las familias y los amigos. Para los que nos informamos y lo comunicamos a los compañeros, esto es lo que siento.

México, lo veo y no lo creo.
¿Acaso es un sueño?
Salgo a la calle y miro al cielo,
Ya no sé donde me encuentro.

Hoy, siento mucho miedo.
¿Dónde quedó la justicia, la libertad y el respeto?
¿Dónde estas Angel Aguirre Rivero?
Quiero a mis 43 compañeros de regreso.

Yo en fantasmas no creo
Pero eso si te advierto,
Aunque me prendas fuego
como el fénix, viviré de nuevo. 

¡Tiembla gobierno!
Pues el pueblo no está quieto.
Un país fuerte y seguro,
Eso es lo que quiero.

Que truenen los cielos
y que tiemblen los suelos.
Un pueblo totalmente unido
Es el único remedio.

Ayotzinapa,
probablemente el pueblo más pequeño.
Para que veas que sin importar el tamaño
Se puede mover a México.


Eso es lo que se siente y lo que se piensa, pero ¿cómo es estar ahí?
Para verlo y sentirlo, entonces ve con Annie Licerio

martes, 14 de octubre de 2014

Lodo, rock y amor.

Yo creo que la música es el mejor invento del ser humano.

Es increíble todo lo que mi mente y cuerpo hacen cuando el ritmo, los instrumentos y la voz de una buena canción me atrapan y me pierdo solo para disfrutar el momento o para recordar otros. Nunca me había dado cuenta, probablemente por el ritmo acelerado que llevamos en nuestras vidas actualmente, pero caí en cuenta de que escucho música todo el tiempo. Aún tengo el vivo recuerdo de los discos de Michael Jackson, Andrea Bocelli y Maná que papá traía en el carro. Recuerdo las incontables ocasiones que nos encontrábamos atorados en el infernal tránsito de la ciudad escuchando las historias de mi viejo acerca de The Beatles, The Police o Earth, Wind & Fire mientras golpeaba el volante simulando una batería de miles de platillos y yo sonreía y movía la cabeza tratando de llevar el ritmo del bajo o un buen solo de guitarra. Como olvidar las millones de letras de canciones que mi hermana me imprimía en papel reciclable para que yo me las aprendiera y cantáramos juntos. O aquella ocasión donde ella recibía el primer ipod que conocía el mundo y nos tomó nada de tiempo llenarlo de música.

Entonces crecí con un bizarro amor a la música de los 70's y 80's mientras escuchaba la ola de artistas (buenos y malos) que nacían en los 90's y que actualmente sobreviven en el mar de boy bands que inundan el mundo. 

¿Qué puedo decir? Amo la música.
Y el fin de semana me dio más de eso. Conocí solistas y grupos de los que jamás había escuchado y que ahora cargo a mi teléfono. Viví el reencuentro con la banda que me acompañaba todas las mañanas en mi camino a la secundaria y pude presenciar a la banda de mujeres más poderosa, enérgica y rockera del mundo.

No puedo dejar de mencionar que en todo este viaje de emociones y recuerdos los tuve al lado de Ana. Compañera fiel e infalible de mis peores gustos, mis más terribles y vergonzosos berrinches, mis locuras sin sentido y mi hambre voraz que se hizo presente más de una vez a lo largo de dos días donde extrañamente el sol y la lluvia fueron también protagonistas. Pero nada fue lo suficientemente grande para detenernos, el lodo se convertía en el mejor trampolín para el mosh pit, los charcos refrescaban el ardor y el dolor de nuestros pies y el frío era el mejor motivo para apretarnos y corear las mejores estrofas de nuestras bandas favoritas. 

Y como olvidar a la pareja de increíbles y amables hondureños que nos hicieron compañía por varios minutos donde intercambiábamos ideas, experiencias, viajes, risas y fotografías. 

Nunca salgo de casa sin mis audífonos, canto mientras camino, bailo mientras espero, soy experto en guitarra y batería de aire y grito mientras manejo.

Entonces...
Lluvia, lodo, tránsito, sol, comida, cerveza, helado y buena música...
¿Qué podía salir mal?